Con mis lágrimas de doble malta
mojo las calles que ni siquiera están colocadas,
abro crueles ventanales que me impiden escuchar
las voces revolucionarias de la noche,
las voces revolucionarias de la noche,
y clavo mis rodillas ante un enemigo
que no demuestra el más mínimo signo de cansancio,
para en esta piadosa posición
mendigar migajas de certidumbre que rearmen mis alas.
Estamos tú y yo solos, frente a frente,
sin más armas que nuestras caras
sin más escudos que nuestras almas,
y te enfrento y cada día más te odio,
no me tienes piedad, no la busques en mí,
y así, en la noche que pueda celebrar mi victoria
tus aposentos arderán en desespero
teniendo que procurarse nuevo inquilino.
Hoy me has vencido, hoy me has vuelto a vencer,
pero no te fíes de tus repetidos éxitos
pues cuánto más triunfal te sientas,
más fuerza tendrá mi espada en el siguiente golpe
y más cercano me encontraré de mi certero ataque final,
no lo olvides,
sólo me has vuelto a vencer un día más,
pero esto no significa garantía de gloria.
Te recrearás en tus vanidades,
con regocijo, presumirás de tus victorias,
y yo, con la puerta entreabierta
vigilaré cada una de tus arrogancias
con la espada desenvainada
y las emociones rebozadas en coraje.
Tu clamorosa ventaja alimenta mis fuerzas,
tu exceso de confianza será mi triunfo.
Te recrearás en tus vanidades,
con regocijo, presumirás de tus victorias,
y yo, con la puerta entreabierta
vigilaré cada una de tus arrogancias
con la espada desenvainada
y las emociones rebozadas en coraje.
Tu clamorosa ventaja alimenta mis fuerzas,
tu exceso de confianza será mi triunfo.
Antonio Vega ya tiene dedicada una plazuela
y las calles mojadas lo vieron crecer,
las que transitan mis anárquicas suertes
hoy están anegadas y en ellas me ahogo,
pero desde el postrer suspiro,
aclaro mi mente y mi garganta y te grito:
MALDITA INCERTIDUMBRE,
ríe, ríe hoy que a mi costa aún puedes,
ríe, ríe hoy que a mi costa aún puedes,
pues mañana, sin dudar, al alba te decapito.
El Fisioterapoeta.
BCN, 29 Marzo 2011 (2:33)
1 comentario:
Quizás lo importante no sea ganar o perder sino poder afrontar cada batalla como si fuera la definitiva.
Y si finalmente desfalleces, recuerda que el ave fénix renace de sus cenizas.
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